LA CARA OCULTA DE LA VIOLENCIA EN EL FUTBOL

por | Mar 11, 2022 | Futbol, Liga BBVA México, Mundo Soccer | 1 Comentario


“La pelota no se mancha”, Diego Maradona
10 de noviembre de 2001

Primero fueron los insultos, luego las corridas y finalmente las golpizas indiscriminadas por todo el estadio. Una hecatombe consumada. Más cuando familias enteras, con mujeres y niños incluidos que nada tenían que ver con ese desastre, también fueron agredidos por la turba.

En cuestión de minutos, como sucede en Ucrania por la invasión de Rusia, las imágenes que grababa la gente desde el lugar ya le daban la vuelta al mundo.
Y servían para dejar al descubierto una tragedia en la cual se vieron escenas como las de personas que una vez inconscientes, eran desnudadas y les robaban lo que tuvieran encima, como celulares o billeteras.

Por unas horas, en el mundo entero Querétaro y Atlas copaban los titulares de
la prensa, eran tendencia, estaban en la conversación incluso de quienes no siguen el fútbol con asiduidad. Toda una muestra de la magnitud de los hechos, que generaron repudio generalizado.

La violencia en el fútbol, sin embargo, no es aislada. Está instaurada en prácticamente todos lados. Suele asociársela a los hoolingans ingleses o los barrabravas argentinos, quizá los representantes más famosos de esta sub(¿cultura?) cuyos tentáculos, en la mayoría de las ocasiones, suele expandirse por toda Sudamérica y países europeos como Francia, España o
Alemania.

Ejemplos sobran. Como en la Eurocopa 2016, que tuvo enfrentamientos en distintas ciudades de Francia que dejaron destrozos de bares, mobiliario público y unos cuantos detenidos. También en España, donde el tema reflotó en 2014 cuando ultras de Atlético de Madrid y Deportivo La Coruña se enfrentaron a golpes a orillas del río Manzanares, adonde cayó el cuerpo de Jimmy, un miembro de Riazor Blues que perdió la vida.

En Sudamérica, por caso, está fresco en la retina el recuerdo del ataque de barras de River al micro que trasladaba a Boca al Monumental para el partido de vuelta de la Libertadores, que debió dirimirse en el Bernabéu. La fiesta, si bien para el millonario es eterna, dejó el sabor agridulce de que la que está considerada como la final más importante en la historia del fútbol en la Argentina tuviera que trasladarse a Madrid, ciudad fría si se la compara con el carnaval y el modo en que la hinchada vive el fútbol en Buenos Aires.

Lo que a veces queda de lado cuando trascienden estos enfrentamientos es lo que por lo general hay detrás de los barras/hooligans/ultras: una batalla que nada tiene que ver con la pasión ni la defensa por los colores. Lejos de estar motivados por determinar quién mete mejor ambiente en la grada o drenar tensiones con el clásico rival, la violencia suele ser el medio para dirimir quién se queda con el negocio de la venta de drogas, la reventa de entradas, alguna coima con la directiva, o si debe ser un grupo comunista o fascista, radicales de izquierda o ultraderecha, los que ganen el “derecho” de ubicarse detrás de un arco con los trapos y las banderas para ostentar el poder.

En Europa, México, Sudamérica y allá donde el fútbol mueve masas —el mundo entero— se replican estos fenómenos. De ahí que una cosa sea la hinchada, esa que va cada domingo a ver a su equipo gane o pierda, y otra sean estos grupúsculos, que como pasó ahora en el estadio La Corregidora, manchen el fútbol de sangre por causas ajenas al deporte.

Bastante se ha escrito y discutido sobre la violencia y cómo prevenirla en este deporte, con el común denominador de no ver más estas escaramuzas como peleas entre simples hinchas que no pueden cruzarse en una grada por tener distintas camisetas.

1 Comentario

  1. Mariela

    El deporte y el fútbol en especial atraviesa por una transformación de todo nivel y la gente drena sus pasiones a través de ello
    Pero se filtran otros factores como mencionan en tan buen artículo. Los felicito..

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